domingo, 3 de marzo de 2013

CONTROLADOR AEREO:

¿A qué se dedica el controlador del tránsito aéreo?

Los controladores de tránsito aéreo son las personas que aceleran y mantienen un flujo seguro y ordenado del tráfico aéreo en el sistema de control del tránsito aéreo global. Esencialmente, los controladores son responsables de controlar aeronaves en el espacio aéreo que tienen asignado.

El controlador, por tanto, ha de gestionar aspectos de seguridad operacional, que es la principal preocupación en la aviación civil, con otros aspectos, como garantizar que las aeronaves lleguen o despeguen a tiempo.

Habilidades

La profesión de controlador de tránsito aéreo requiere tener, adquirir y mantener habilidades muy especializadas. Los controladores aplican las normas de separación para mantener las aeronaves separadas unas de otras en su área de responsabilidad y dar instrucciones a todos los aviones de manera segura y eficiente a través de su sector asignado del espacio aéreo. Dado que los controladores tienen una responsabilidad muy grande mientras se encuentran en servicio, su profesión es considerada en todo el mundo como una de las carreras más exigentes y puede llegar a tener una carga de trabajo importante, dependiendo de muchas variables (equipos, configuraciones, el tiempo atmosférico, el volumen de tráfico, los factores humanos, etc.).

Especialización

Dependiendo de su área asignada de control, los controladores pueden especializarse como controladores de torre, de aproximación y de área o ruta; cada una de estas especializaciones requiere una formación específica en un centro de formación acreditado por la autoridad competente de aviación civil y una formación continua una vez obtenida su primera licencia de controlador de tránsito aéreo.

Los controladores de ruta son la mayor parte de controladores existentes; trabajan en centros de control y controlan el tramo de vuelo que se hace en una ruta determinada, empleando radares y la tecnología más avanzada para saber en cada momento dónde se encuentra la aeronave.

Los controladores de aproximación contactan con los pilotos cuando se aproximan y salen de un aeropuerto y les guían y ordenan, junto a otras aeronaves, para que en los procedimientos de aterrizaje y posteriores al despegue las operaciones se realicen de manera ordenada en el aeropuerto.

Los controladores de torre, finalmente, guían a las aeronaves para su aterrizaje y despegue en la fase final e inicial del vuelo, así como en el área de maniobras del aeropuerto.

Los controladores aéreos en general son personas que están bien organizadas, han de ser rápidos en cálculos numéricos y matemáticas, con habilidades asertivas y de toma de decisiones, además de poseer una excelente memoria a corto plazo y capacidad de memoria visual. Además, han de tener un grado de conciencia situacional mucho más alto que el promedio de la población. Han de ser capaces de trabajar en calma bajo presión, pero manteniendo la firmeza en las decisiones.

Perfil

Se pretende que el controlador sea una persona madura, con dedicación y sentido común, que sea capaz de aprovechar al máximo la formación que se le imparta.

La comunicación es la parte vital del trabajo del controlador ya que ha de dirigir con precisión a los pilotos y a otros controladores con la fraseología exacta, puesto que no se pueden causar malentendidos sobre, por ejemplo, una altitud o número de pista de aterrizaje en el aeropuerto, lo cual podría tener consecuencias muy graves para la seguridad del sistema de aviación.

Además de los idiomas locales que se utilizan en las comunicaciones, el idioma predeterminado de la aviación en todo el mundo es el inglés. Los controladores aéreos han de demostrar un nivel mínimo de competencia lingüística inglesa.

El trabajo en equipo juega un papel muy importante en el trabajo del controlador, no sólo con otros controladores y personal de tráfico aéreo, sino con los pilotos, ingenieros y gerentes de sus empresas y de otras con las que tengan relación.

lunes, 18 de febrero de 2013

Silvio Pettirossi y el inicio de un corto reinado

El 17 de febrero, pero de 1913, iniciaba una corta pero gloriosa carrera como aviador, abruptamente interrumpida poco más de tres años después. Como muchos pioneros colegas suyos, pagó con su vida la osadía de desafiar la condición humana.
 
 
Silvio Pettirossi, juntamente con el argentino Newbery, el brasileño Dumot y el peruano Chávez, integró el cuarteto de pioneros de la aviación suramericana. A menos de tres meses de haberse llevado a cabo el primer vuelo de aviación en el Paraguay (Marcel Paillette, 24 de noviembre de 1912), el paraguayo Silvio Pettirossi obtuvo su brevet n.º 1128 de piloto civil, otorgado por el Aero Club de Francia.
  
Con ese documento, tenía ganado su lugar en la historia de la aviación como uno de los pioneros de aquellos años heroicos, protagonizados por hombres con agallas que, montados en frágiles aparatos, un poco más grandes que pandorgas, surcaron los cielos del mundo para cumplir el viejo sueño del hombre: remontar vuelo como las aves.
 
Un joven inquieto
 
Silvio Pettirossi Pereira nació en Asunción, el 16 de junio de 1887, en el hogar de una acomodada familia, compuesta por el inmigrante italiano Antimo Pettirossi y doña Rufina Pereira Roldán. De niño, fue enviado a estudiar a Italia en los colegios de la pequeña ciudad de Spoleto y de Viterbo, ambas cercanas a Roma. Posteriormente, de regreso al país, culminó sus estudios en colegios asunceños.
 
Desde joven, Silvio Pettirossi se caracterizó por ser un muchacho bastante inquieto y temerario. Tal vez de lecturas de obras vernianas o, tal vez, conocedor de las hazañas de los hermanos Wright, no dudaba en arrojarse en rústicos paracaídas hechos con lonas de los barrancos aledaños a la quinta Caballero.
 
Su intrepidez lo llevó, en 1904, a enrolarse en filas revolucionarias y, por su destacada actuación, obtuvo el grado de alférez en comisión. Finalizado el movimiento revolucionario, viajó a Buenos Aires, donde activó en política, trabajando a favor de un amigo de su familia: el influyente senador Benito Villanueva. En reconocimiento a sus servicios, el señor Villanueva le consiguió un puesto en la Oficina bonaerense de Inmigración.
 
Coincidente con su presencia en Buenos Aires, varios acontecimientos —entre ellos la presencia de aviadores franceses que se sumaban a la celebración del centenario de la Independencia y las consiguientes demostraciones aéreas— avivaron aún más la vocación de nuestro compatriota.
 
El Gobierno argentino contrató a instructores europeos y formó a sus primeros pilotos, entre quienes se destacó Jorge Newbery, con quien estrechó lazos amistosos y quien le introdujo en los conocimientos técnicos de la aviación. Sus condiciones naturales de aprendizaje y asimilación le llevaron a conocer "a la perfección, con lujo de detalles, la constitución celular de los más modernos aviones que la incipiente industria aeronáutica universal lanzaba al campo de experimentación", según su biógrafo Leandro Aponte. Inclusive, en más de una ocasión, acompañó a Newbery a realizar vuelos experimentales y le animó a realizar cursos de aviación, de ser posible en Francia, entonces a la vanguardia de la industria aérea.
 
Gestiones para estudiar aviación
 
De regreso al país, Pettirossi realizó las gestiones para obtener apoyo gubernamental, para realizar sus estudios aun a costa del disgusto de sus padres, que desaprobaban los proyectos del joven.

Tozudo como él solo, logró interesar a varias personalidades del mundo político, ministros, militares, parlamentarios, quienes acogieron favorablemente los propósitos de Pettirossi. Ya con la cuasi aprobación del Gobierno para enviar a Pettirossi a Francia, consiguió a regañadientes el permiso familiar para hacerlo.
 
Así, un día de la segunda mitad de 1912, el joven y entusiasta Silvio Pettirossi Pereira abordó en el puerto capitalino el buque que lo condujo a Buenos Aires para allí abordar el transatlántico que le llevaría a Francia.
 
El gobierno le había concedido una beca, y le dotó de dinero suficiente para adquirir un biplano Farman y dos monoplanos Bleriot, versión militar, además de repuestos y elementos que servirían para la instalación en nuestro país de una escuela de aviación militar.
 
Rumbo a Francia
 
El 4 de octubre de 1912, Pettirossi se embarcó en Buenos Aires rumbo a Europa. Llegado a destino, se encontró con la ingrata noticia de que en Francia aún no existía una escuela de aviación militar —como habían informado en la Legación francesa— y que los militares de aviación franceses practicaban aviación en escuelas privadas.
 
Gestiones realizadas desde Asunción ante las autoridades francesas posibilitaron que el joven paraguayo ingresara a la escuela Depperdussin, que funcionaba en el Aeródromo de la Champagne, en Reims, Francia, un enorme campo para evoluciones aéreas en el que existía una cincuentena de hangares y donde practicaban famosos aviadores franceses de entonces.
 
Aciago inicio
 
Según relata el mayor Aponte, el primer contacto que Pettirossi tuvo con el mundo de la aviación "fue de lo más desagradable e impresionante, pues el día de su ingreso coincidió con el desgraciado accidente sufrido por el jefe piloto de la fábrica de aviones Hanrriot, quien perdió la vida en una espectacular y fatal caída", ante los propios ojos del aspirante a aviador. Pero eso no amilanó sus ganas de convertirse en uno de los ícaros modernos.
 
Pettirossi siguió normalmente sus estudios. Para su espíritu inquieto y arrollador, eran fastidiosamente monótonos los vuelos de “vuelta de pista”. Por fin, luego de haber demostrado suficiente dominio sobre un viejo biplano en las operaciones de despegue y aterrizaje, siempre acompañado de un instructor, este se deshizo de sus cinturones y descendiendo del aparato le dijo: "¿Se siente usted capaz de volar solo? Piense exclusivamente en mis indicaciones anteriores, nada de fantasías y que Dios le acompañe".
 
Había llegado la hora esperada
 
"Por primera vez —según sus propias palabras— me había sentido dueño exclusivo del aire, después de Dios".
 
Pero aún faltaban varias horas de vuelo para obtener el ansiado brevet, lo que Pettirossi las cumplió con suficiencia.
 
Las últimas pruebas
 
Luego de realizar todas las pruebas requeridas, de haberse sometido a los exámenes teóricos y prácticos de rigor, el 27 de enero de 1913, el joven aviador paraguayo se presentó ante el capitán Aubry, representante del Aero Club de Francia, quien concurrió al Aeródromo de la Escuela Depperdussin para presenciar y certificar las pruebas rendidas por los aspirantes a obtener el brevet de piloto aviador autorizado por la Federación de Aeronáutica Internacional.
Según Aponte, las pruebas exigidas consistieron en realizar dos veces cinco “ochos” en torno a la vertical de dos puntos preestablecidos en el suelo, distantes 500 m uno de otro; un descenso en vuelo planeado desde más de 100 m, sin reponer motor, y aterrizar en la proximidad de un punto establecido de antemano, y un vuelo de altura certificado por un barógrafo instalado dentro del avión.

Todas estas pruebas fueron satisfechas a cabalidad por el joven paraguayo y seguidas de cerca por importantes espectadores, como el cónsul del Paraguay en Francia, el dueño de la Escuela, Armand Depperdussin; el mencionado Aubry y otras personalidades de afamados aviadores.
 
Hace un siglo
 
El avión utilizado por Pettirossi fue un monoplano de pequeñas dimensiones, con alas anchas y corto fuselaje, de aproximadamente 300 kg de peso, construido por Depperdussin y equipado con un motor Ghome de 50 caballos de fuerza.
 
Días después, el 17 de febrero de 1913, hoy hace 100 años, el Aero Club de Francia otorgó a Silvio Pettirossi el brevet n.º 1128, que lo habilitaba como piloto aviador. De esa manera, el "Rey del Aire" —como alguien lo bautizó— inició su corto reinado que sería abruptamente interrumpido, desgraciadamente, poco más de tres años después.
 
El gobierno le había concedido una beca, y le dotó de dinero suficiente para adquirir un biplano Farman y dos monoplanos Bleriot, versión militar, además de repuestos y elementos que servirían para la instalación en nuestro país de una escuela de aviación militar.
 
Un día de la segunda mitad de 1912, el joven y entusiasta Silvio Pettirossi Pereira abordó en el puerto capitalino el buque que lo condujo a Buenos Aires para allí abordar el transatlántico que le llevaría a Francia.
 
surucua@abc.com.py

domingo, 6 de enero de 2013

Ser piloto en Paraguay

Cientos de personas se forman anualmente para ejercer como pilotos privados, para lo cual deben cumplir con seis meses de formación en teoría, y posteriores prácticas en simuladores y vuelos.


Los interesados en trabajar como pilotos privados en el mercado paraguayo tienen varias opciones para iniciarse en ese mundo, la mayoría de las veces desconocido para muchos.

Entre las distintas opciones, la carrera de Piloto Privado es la opción que ofrece el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC), con seis meses de duración –en teoría– y posteriores prácticas en simuladores de vuelo, y vuelos propiamente dichos.

Teresa Báez de Garay, jefa del Departamento de Enseñanza, apuntó que la carrera inicia durante los primeros días de marzo. Los interesados deberán cumplir los requisitos de ser mayor de edad (o, en caso de tener 16 años, tener la autorización de los padres, por escribanía), ser bachiller o cursar el tercer año de la Media; presentar cédula de identidad, certificado médico expedido por médicos acreditados por la Dinac; un certificado de estudios visado por el MEC y una fotografía tipo carné. Los postulantes extranjeros deberán presentar un permiso otorgado por Migraciones y fijar residencia en el país.

La cantidad de personas que cursan la carrera varía anualmente; siendo la cifra del año pasado de 65 alumnos. La matrícula es de G. 200.000; mientras que la mensualidad es de G. 375.000.

La parte teórica de los cursos llevan 6 meses de duración; que luego se complementa con diez horas en simuladores de vuelo (con un costo de G. 50.000 la hora) y 40 horas de vuelo (cuyos costos varían según el tipo de vuelo, entre G. 450.000 y G. 550.000).

Las personas que completen las horas requeridas y aprueben las materias, logran una licencia de piloto privado de avión, lo cual les permitirá iniciar una carrera como piloto.

Entre otros cursos que ofrece el instituto, se citan los cursos de calidad, cursos de aeronavegabilidad, cursos de administración de aviación civil, entre otros.

Aero Centro


Aero Centro SA es otra de las opciones que tienen los interesados, con su academia que ofrece cursos para ser piloto privado y comercial. El instituto exige que primero el alumno realice un examen psicotécnico para poder matricularse.

La carrera incluye diez materias (con un total de 140 horas), con una duración aproximada de 6 meses, lo cual puede terminarse incluso antes, dependiendo del rendimiento del alumno.

Posteriormente, los alumnos deben realizar las 40 horas de vuelo, luego de aprobar las primeras 6 materias.

El test psicotécnico tiene un costo de G. 100.000, y una matrícula de G. 220.000. Los cursos teóricos tienen un total de G. 3.300.000 (G. 330.000 por materia). Los alumnos que hablen inglés tienen acceso a una sala audiovisual, para la enseñanza.

Aeromecánica


Otra de las opciones que tienen los interesados es la de Aeromecánica, en la ciudad de Luque, con una duración de 4 a 6 meses en las cátedras de teoría.

Entre los requisitos para la inscripción, se mencionan fotocopia de cédula de identidad, dos fotografías tipo carné, un certificado médico tipo II expedido por médico habilitante certificado por la DINAC, así como el pago de Matrícula y pago del 50% del curso teórico.

El curso teórico tiene un costo de G. 800.000, e incluye matrícula, manuales y folletos; mientras que el curso teórico total alcanza unos G. 2.200.000.

Para la parte práctica, los costos varían desde G. 850.000 –una hora de vuelo Cessna 150–, hasta G. 1.500.000 –una hora de vuelo Cessna 172, año 2002–.

La Lic. Camila González Sforza señaló que el instituto recibe entre 60 a 80 alumnos que desean iniciarse en el mundo del pilotaje, además de alumnos que ya son pilotos y hacen otros cursos más avanzados que ofrecemos, como IFR, Comercial y Multimotor.

Entre las principales salidas laborales, afirma que los pilotos pueden trabajar para personas que tienen aviones particulares (personas con estancias en el interior, empresas de taxi aéreo, etcétera), o ser contratados por aerolíneas. Algunas personas incluso realizan el curso para volar sus propias aeronaves.

Fuente: www.abc.com.py