domingo, 17 de enero de 2010

Controladores de España

José Blanco se ha destapado como un buen ministro de Fomento. Mucho mejor e infinitamente más abierto y tolerante en su cargo de ministro que en su cosa de portavoz del PSOE. Pero ha metido la pata con los controladores aéreos. Esa obsesión por los sueldos –también padecida por los pilotos de líneas aéreas– es injusta y demagógica. Los controladores ganan mucho dinero, pero su responsabilidad es altísima. Cuando viajamos en un avión que se aproxima a un aeropuerto en el que aterrizan y despegan dos aviones por minuto, no lo hacemos soltando alaridos de terror gracias al trabajo de los controladores. En su pantalla se mueven decenas de puntitos. Esos puntitos llevan centenares de vidas, y esas vidas dependen de su criterio y profesionalidad. Lo dijo en cierta ocasión un dirigente sindicalista majadero, con motivo de una huelga de pilotos afiliados a su sindicato mayoritario, el SEPLA. «Los pilotos tendrían que cobrar lo mismo que los trabajadores de la limpieza de los aeropuertos». Frase muy bonita y contundente, pero carente de toda lógica. De haber sido consecuente, hubiera añadido a continuación. «Y para demostrarlo, me propongo volar desde Madrid hasta Santiago de Compostela en un avión pilotado por la compañera Gladys y el compañero Enrique, del servicio de limpieza del aeropuerto de Barajas». Pura demagogia. Y barata.
A controladores, pilotos, y hasta tripulantes de cabina, se les afean sus remuneraciones. A mí, en particular, se me antojan siempre susceptibles al incremento. ¿Que ganan más que en otros países? De acuerdo. Pero no establezcamos la comparación sólo con los controladores aéreos y los pilotos. Si hay que equiparar sueldos con los profesionales europeos, se hace y punto. En todas las profesiones. Y vamos a dejarnos de gorrones innecesarios. Catorce millones de euros tiramos los españoles –subvención del Gobierno– a los sindicatos CCOO y UGT todos los meses. Con ellos se pagan las nóminas de esa legión de liberados sindicales que no sirven para nada y no dan un palo al agua. Lo recuerda en estas páginas el profesor Carlos Rodríguez Braun. ¿Dedican los Estados que pagan menos a sus controladores catorce millones de euros al mes en el sostenimiento de unos sindicatos trasnochados que no pueden sobrevivir con las cuotas de sus militantes? Todos igual. Se rebaja el sueldo a los controladores y se deja de pagar a los liberados sindicales, y a ver qué tal.
Los controladores y los pilotos nos traen y nos llevan. Nuestra fe al embarcar en una aeronave está puesta en su pericia y profesionalidad. Y valoro mucho, quizá en demasía, mi propia vida y las de los míos. Sus trabajos son agotadores por la responsabilidad que conllevan. Otra cosa es la inoportunidad o mala intención en la elección de los días de huelga diáfana o encubierta. Pero ¿no convocan los sindicatos huelgas de todo tipo en los inicios y finales de períodos de vacaciones que fastidian a todos en beneficio de muy pocos? Mi postura es clara. Quiero seguir viajando en avión. Quiero salir y llegar. Y para hacerlo necesito saber que están bien pagados los controladores, los pilotos, los tripulantes de cabina y los técnicos de mantenimiento. Por mí, que les suban el sueldo. Y si no hay dinero, que se lo quiten a los gorrones de la liberación sindical.
Columnista Alfonso Ussia
http://www.larazon.es

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